Si hay algo en el mundo capaz de rellenar todos los huecos, carencias y defectos de una persona ese algo es sin duda la familia y dentro de la familia el elemento mas enriquecedor son para mi los hijos.
Aimar y Markel son desde que están entre nosotros el «leit motiv» de nuestras vidas. Nuestra vida gira en torno a ellos y eso es algo que nos llena de satisfacción. Son como el blanco y el negro, el azucar y la sal… Comparten rasgos y cualidades pero en dos envoltorios tan distintos que consiguen cada uno a su manera encandilar a todo el que tienen alrededor.
Me cuesta mucho hacerles fotos. Probablemente porque me he vuelto demasiado exigente y no me gustan las fotos de «aquí te pillo aquí te mato». Me gusta preparar las cosas y organizar una sesión con dos fieras de este calibre es más costoso de lo que cabe imaginar. Cuesta una barbaridad colocarlos entre los flashes y no quiero ni contar lo que cuesta enfocar cuando no son capaces de esta quietos ni un segundo…
Ayer fue uno de esos días elegidos para dedicarles una breve sesión. A Aimar pude hacerle unas cuantas y luego seleccionar la que más me gustó pero a Markel me costó un montón «robarle» media docena de fotos. Ni que decir tiene que el pillarlos juntos fue casi fruto de la casualidad…
Tras la «dura» pugna con la cámara, los flashes, el fondo y los modelos los resultados de la sesión hicieron que olvidase las dificultades por completo y que una vez más me lamente por no repetir este tipo de sesiones con más frecuencia. No sólo de paisajes se puede nutrir mi galería fotográfica y el retrato es algo en lo que cada vez me voy interesando más…
Os dejo con las fotos de nuestros dos tigres…
